El deporte femenino ha ganado visibilidad. Apenas unas décimas. El deporte masculino sigue copando los medios públicos incluídos los informativos. Y también la inversión que se realiza.
Los aplausos y las medallas, siempre han estado ahí. Tenemos una memoria deportiva femenina invisibilizada y sigue esperando justicia. En los últimos años, las mujeres deportistas han demostrado que el talento y el esfuerzo no entienden de género. Sin embargo, las normas que deberían respaldarlas no avanzan al mismo ritmo. Aunque la ley del deporte aprobada en España en 2022 prometía revolucionar el panorama, su falta de desarrollo reglamentario está convirtiendo esa promesa en frustración.
La igualdad en el mundo deportivo no puede depender solo de la voluntad de las deportistas; necesitan una estructura legal sólida, intención política y acciones concretas. De lo contrario, seguiremos celebrando victorias sobre el césped, la pista o la piscina mientras se pierde el partido en los despachos y en las cuentas corrientes.
Ley prometedora que no se ejecuta
La ley 39/2022 del deporte fue recibida como un avance significativo hacia la igualdad en el ámbito deportivo. Entre sus disposiciones, se establecía la obligación de que las juntas directivas de las federaciones deportivas contarán con al menos un 40% de representación femenina. Sin embargo, a pesar de la entrada en vigor de la ley, muchas federaciones no han cumplido con este mandato. La falta de medidas coercitivas y la ausencia de un desarrollo reglamentario claro han permitido que la norma quede, en muchos casos, en una promesa sin efectos reales. Hasta que no tengamos reglamentada la ley, desarrollado el capítulo de sanciones y tengamos sobre todo un cuerpo de inspección que pueda acabar con los incumplimientos, seguiremos en la queja. Y en la discriminación de la mitad de la población que paga la mitad de la factura.
Incumplimiento de las federaciones sin consecuencias
A pesar de que la ley establecía un plazo para que las federaciones adaptaran sus órganos de gobierno a los nuevos requisitos de paridad, al menos 12 de 66 federaciones reconocidas por el Consejo Superior de Deportes no alcanzan el porcentaje mínimo exigido. La falta de sanciones efectivas y la permisividad institucional han contribuido a que estas entidades mantengan estructuras de poder predominante masculinas, perpetuando la desigualdad en la toma de decisiones y en el reparto económico. Tener mujeres en las juntas directivas como vocales sin una dotación económica, seguirá perpetuando la discriminación.
La profesionalización de deporte femenino, una asignatura pendiente
Aunque la Ley de deporte reconoce la práctica deportiva como un derecho, en la práctica, muchas deportistas siguen sin tener acceso a condiciones laborales dignas. La falta de reconocimiento profesional de las ligas femeninas impide que las deportistas cuenten con contratos laborales adecuados, convenios colectivos o mecanismos para reclamar impagos. Esta situación no solo afecta a su desarrollo profesional, sino que también las expone a situaciones de vulnerabilidad y discriminación.
¿Dónde se nota más la desigualdad?
Aunque la desigualdad de género atraviesa todo el ecosistema deportivo, hay disciplinas donde esta brecha es especialmente alarmante, ya sea por diferencias salariales, falta de profesionalización, escasa cobertura mediática o ausencia de mujeres en los puestos directivos. A continuación, dejamos algunos ejemplos que se ven con claridad:
Fútbol
Es, probablemente, el caso más mediático. Mientras que el fútbol masculino mueve millones de fichajes, sueldos y patrocinios, muchas jugadoras profesionales en España siguen peleando por los derechos tan básicos como tener contrato, acceso a instalaciones adecuadas o incluso cobrar a tiempo. El nuevo convenio colectivo arranca con el Salario Mínimo Interprofesional. Aunque avanza en medidas de conciliación, quedan abismos por cerrar.
Muchas futbolistas todavía tienen que compaginar su carrera con otros trabajos o enfrentarse a impagos por parte de los clubes. Además, las decisiones federativas, son la evidencia de un sistema que no protege ni representa adecuadamente a las mujeres, como el caso de Jenni Hermoso contra Rubiales.
Baloncesto
España ha cosechado grandes éxitos en el baloncesto femenino, pero el reconocimiento institucional y económico no está a la altura. Las diferencias salariales entre la Liga ACB y la Liga Femenina Endesa son abismales. Las jugadoras apenas aparecen en medios y sus partidos, cuando se televisan, suelen relegar a horarios de baja audiencia, a esto se suma una baja representación femenina en cuerpos técnicos y directivos. Y eso que celebramos la presidencia de la federación por Elisa Aguilar.
Ciclismo
El ciclismo femenino es otro claro ejemplo de desigualdad estructural. En España, muchas ciclistas profesionales no tienen salario fijo, sino que cobran por permisos o incentivos puntuales. Algunas no cuentan con seguros o estructuras de apoyo médico y técnico. Las diferencias con el ciclismo masculino son evidentes tanto en presupuesto como en calendario, cobertura mediática, sobre todo por parte de las radios y televisiones públicas y oportunidades de desarrollo.
Motociclismo y automovilismo
En deportes como MotoGP y Fórmula 1, la presencia femenina sigue siendo casi simbólica. Las barreras de entrada para las mujeres son enormes, tanto por cuestiones culturales como por falta de oportunidades, inversión o referentes. Aunque existen competiciones femeninas, estas no gozan de la misma consideración ni apoyo económico.
Deportes olímpicos
En disciplinas como halterofilia, lucha, boxeo o skate, el esfuerzo de muchas atletas se ve doblemente invisibilizado. Por un lado, estos deportes ya reciben poca atención mediática y financiación; por otro, cuando las mujeres destacan, rara vez se traduce en reconocimiento institucional, becas o patrocinios comparables a los de los hombres.
La brecha salarial y la invisibilidad mediática
La desigualdad en el deporte no se limita a las estructuras organizativas. Las deportistas también enfrentan una brecha salarial significativa en comparación con sus homólogos masculinos. Además, su presencia en los medios de comunicación es limitada, lo que reduce la visibilidad y oportunidades de patrocinio. Según investigaciones, las mujeres son protagonistas de solo el 5,1% de las noticias deportivas en la prensa española, y en casi la mitad de estos casos, las referencias se limitan en breves menciones. Desde la AMDP llevamos proponiendo que se cumplan en los medios públicos un reparto de la parrilla de radio y televisión, incluídos los informativos y el mismo reparto económico según firmó RTVE.
Objetivos
Los objetivos del Observatorio de Igualdad están recogidos en la Norma 4/2017 reguladora del Observatorio de Igualdad de RTVE. Entre ellos destacan:
Promover el respeto, conocimiento y difusión del principio de igualdad de mujeres y hombres.
Dejen de promover y empiecen a garantizar.
La necesidad de una acción política decidida
Para avanzar a una verdadera igualdad en el deporte, es imprescindible que las autoridades políticas asuman un compromiso firme. Esto implica no solo promulgar leyes, sino también garantizar su implementación efectiva mediante reglamentos claros, mecanismos de supervisión y sanciones para quienes incumplan. Además, es fundamental promover una cultura deportiva inclusiva que valore y respete el papel de las mujeres en todos los niveles, desde la base hasta la élite.
El camino hacia la igualdad en el deporte requiere más que declaraciones de intenciones. Es necesario traducir las promesas en acciones concretas que transformen las estructuras existentes y eliminen las barreras que enfrentan las mujeres deportistas.
Las federaciones y clubes deportivos reciben subvenciones públicas, y eso les obliga a una serie de cumplimientos recogidos en demasiadas leyes.
Planes de Igualdad, formaciones en protocolos de acoso y de protección al menor, reparto de las instalaciones, reparto económico, formación para personal técnico… O sino no podrán optar a estas subvenciones públicas.
Una sociedad que continúa discriminando a la mitad de la población solo por el hecho de ser mujeres, no es una sociedad justa.
Necesitamos garantías y cumplimientos de una legislación que llevamos décadas esperando.
La mitad de todo, es nuestro.